13 de febrero de 2009

Ella...


Ella sabía hacer olas con la lengua. Abría la boca, colocaba la punta de aquella maravilla en la parte interior de los dientes inferiores y comenzaba un movimiento tranquilo, confiado y constante como la mar misma.

Un día me decidí a besarla, a tratar de convencerla, con mi lengua corriente, de que podíamos navegar juntos. Sólo recuerdo la sensación alarmante de nadar entre los peces de su boca bajo un aroma profundo a sal y temblor, antes de quedarme petrificado a este lado de la orilla.

Dejen de buscarme. Acabaré como estos hombres que me rodean: estatuas de hueso, cadáveres indignos de su boca de agua.

5 comentarios:

Mauro dijo...

Nunca me dio miedo nadar entre los peces (soy buzo), menos el aroma profundo a sal y temblor.

Que tipo ese. No se puede andar con miedo, menos si la idea esa andar sembrando ósculos.

Besos maritimos.

Carz dijo...

No pueden haber cadáveres indignos por besar a un tsunami...

uN bEsO (oNdUlAdO)

Anónimo dijo...

Haciendo el muerto, atravesé los sargazos de su boca. Tu paladar crustáceo me derritió los ojos. Ahora ando a tientas por este desierto, a orillas del Mar Muerto.
Laura, gracias por la nueva gema del tesoro de tu isla.
En fin. Te iba a decir una cosa pero se me olvidó.
cementerio_de_besos

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=yshUFah31iQ

segundo sountrack para ese beso... para mí, si cabe, todavía más adecuado que el primero... ;)

:* (intentar otra cosa hubiese sido una necedad por mi parte. y me consideré siempre un gran besador)

Jaime dijo...

Vaya! Tengo la sensación de que me gustaría ser estatua de hueso por un instante. Me has convencido de que debo intentar besarla.
Otro beso para ti... (aún a riesgo de petrificarme)