6 de febrero de 2009

UNA TERRIBLE PESADILLA

Dormido, soñó que esa noche iba a ser la noche. De ésta no pasaba arreglar la situación. Tantos años de matrimonio no podían acabar de pronto, sin que ninguno hiciera nada por buscar alguna solución. La llevaría a cenar, tal vez también a bailar, o al Aromas a por el mejor café de la ciudad. Luego la besaría con la piel encendida y le haría el amor como nunca. Se duchó con suavidad, se puso esa chaqueta que a ella tanto le gustaba y salió a buscarla al trabajo. Cenaron, se tomaron el café entre jazz y risas, y luego se marcharon a casa. Allí continuó el juego. Era su momento. Se acercó por detrás, mientras ella se arremolinaba el pelo en un moño. Estaba ardiendo en deseos de tocar aquellos pechos que le estaban volviendo loco desde hacía horas, desde hacía años. Apasionado y ansioso, la atrajo hacia sí y comenzó a desnudarla. Le quitó el abrigo, el jersey y la chaquetita que tenía debajo. Luego la rebeca de algodón y la blusa. Sorprendido, descubrió que bajo la blusa tenía otra rebeca, y debajo otra camisa más, y otra, y otra. Ella se dejaba hacer mientras él, ofuscado, seguía quitándole capas y capas de ropa. Una camisa tras otra iban saliendo de su cuerpo, cada vez a mayor velocidad y con incrementada urgencia, amontonándose en el suelo. Él, ya sin delicadeza, la empujaba y le arrebataba las ropas, quedándose sin aliento, gritando por el esfuerzo de tantas y tantas prendas por sacar. Desesperado, la tiró sobre la cama y le arrancó los pantalones vaqueros, pero, aturdido, observó cómo debajo había unos de pana y después otros de licra, y luego toda la variedad del mercado en medias y leggings y pantalones pescadores, piratas, shorts…

Gritó y se despertó. A tientas, encendió la luz de la mesilla y bebió un trago de agua de su botella. Mientras respiraba lentamente, tranquilizándose y convenciéndose de que sólo había sido una terrible pesadilla, se giró hacia su mujer para contarle lo que había soñado, encontrando únicamente una ingente cantidad de pijamas, camisones y batas enlazados, conformando un cuerpo femenino.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen relato Laura, ya te lo habia dicho, pero ahora lo dejo aqui, en tu nuevo blog, xq se que los comentarios te gustan, jejeje.

Un beso!

Nabucodonosor II dijo...

¿Laura? ¿La Lau que se quedo hace unos meses? ¿Esa Laura ha vuelto? Qué bien; no sabes cuánto me alegro, de verdad.
Por otro lado, lo de este relato es fenomenal, ciertamente. Un final de pesadilla, de espiral interminable. Gracias por no dejar que tus textos acaben en tí. Gracias por volverte a "compartir" nuevamente.

¡Besos!

Anónimo dijo...

todo un paseo por the twilight zone ;), pero mucho más sensual

Javier Puche dijo...

Me ha gustado mucho. Tiene el inconfundible sabor de las pesadillas.