21 de febrero de 2010

Ahora


Imagen: Mauro

Tómame de la cintura

Ahora

que dirigimos nuestro pasos hasta la playa

que recogemos los restos del naufragio

y construimos un hogar.

Mírame

ahora

que brindamos por el brillo en los ojos

y nuestros besos cantan con el eco de todos los vinos.

Bailemos

hoy

que somos felices

que nos sabemos eternamente hambrientos

que me tomas de la cintura

y sé

que quiero remontar todas las cumbres

con mis manos en tu pelo

con tu risa en mi voz

Entreguémonos al mundo

sabes que no quedará un tramo de nuestra piel

que no conste en los mapas

5 comentarios:

La paciente nº 24 dijo...

Entonces marcaré con una equis ese lugar donde habita tu piel para ir. Porque -ya sabes- me gusta mirar.

Un abrazo, guapa.

Joaquín Artime dijo...

Brindemos porque nada es difícil, sólo hay que buscar. Besos, guapa.

Mauro dijo...

Tan sólo calla, deja de lanzar y lanzar palabras, como si fueran la gran cosa.

Es momento de asirte por la cintura para lanzarse ya, olvidar todo y bailar juntos, oyendo a Cohen, hasta el fin, el fin del amor.

Besos de ida.

a pena grande dijo...

A menudo vengo a leer tu poema y no se me ocurre nada que decir. Me conoces de hace años y una brevedad mia te sonaría a desinterés.
Me gustó el poema desde el arranque, pero el final te salíó tan mallado como estoy yo.
Lo de "mallado" es un juego de palabras que no tengo fuerzas ahora para explicarte. Quiero decir que lo del tramo de piel en los mapas es tan perfecto como mi cansancio.
Tus escritos nunca defraudan, Lau.
Ahora recuerdo que la primera vez que te leí, en un tuyo blog antiguo, dejé esta canción:
I came so far for beauty,
I left so much behind:
my patience and my family,
my masterpiece unsigned.
El pasado verano vino Cohen a Vigo. La noche de agosto resultó inmejorable: el concierto, largo: más de horas y media y numerosos bises, la complicidad entre el público y el canadiense, la gratuidad de la entrada en un parque de árboles tan centenarios como las marcas en la piel de Leonard, y el gozo de compartir ese sueño con las personas que se aman.
Llevamos un invierno tormentoso como pocos. Será este el precio.
Tu danza de hoy me sonó a Kavafis. Un poema suyo inspiró a Cohen esta canción:
Gracias._Mauro,_por_recordármelo

a pena grande dijo...

"Siempre tienes que tener un algo en la vida donde se concentren todos tus seísmos".
Nadie había ahondado tanto en mí. O no me supo explicar mejor.
Este último poema tuyo gana con cada lectura.
Mi niñez estuvo marcada por los continuos traslados de mi padre. Como aún no se habían inventado el zapping ni los links, mi padre escapaba de sí mismo cada 3 años y nos llevaba detrás, con la pesadumbre de quien arrastra varios muros de las lamentaciones en su errante búsqueda de un misterio íntimo que permaneció indescifrable para todos nosotros. Y para él, que es lo peor. Si mi padre hubiese tenido la sensación de autoconsciencia que me atribuyes, habría dejado que nos medrase por lo menos alguna raiz. Pero era el gran cercenador.
De los 8 a los 11 años viví en un chalet que estaba constreñido entre un acantilado y la vía del tren.
Bueno, Laura, hoy me encuentro aburridamente bien, y estoy sin chispa para contarte una penosa anécdota de mi infancia. Dejo aquí estas letras para recordarla otro día.
Ponte algo de James Morrison.