16 de abril de 2010

Hace rato que no creo nada de lo que dices. Ahí estás, posado en la rama como si fueras libre, y me miras displicente si es que me miras. Lo que sí haces es hablar. Áspero y regio, tus palabras se derraman por el tronco como sangre desde una herida abierta. Qué acertado, qué único y parlero se te ve, henchido y locuaz, arreglando con tu lengua las plumas que el viento te despeina. Y yo manchada de rojo y negro, despuntando con las uñas toda la acidez que no vomito, aguantando bajo la rama, esperando, igual que la zorra espera que, de tanto abrir el pico, al cuervo se le caiga el queso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es... estupendo. Tan visual como ver una foto.

Me encanta(s)