12 de agosto de 2010

Hace rato que no paro de llorar

siento en la cabeza una y otra vez

los martillazos

uno tras otro

en las sienes en la frente en la nuca

agujas gordas y violentas

y mis manos embotadas tratando de llegar al baño

me miro en el espejo

no me doy más asco que otros días y eso está bien

pero el agua está más caliente

que el aire que entra por la ventana y no me deja respirar

vuelvo aquí y escribo

sin parar de llorar

que quisiera arrancarme de una vez los ojos

hoy apenas

perder el conocimiento el tiempo justo como para que me entierre el otoño

que no existe en este mar por todos lados

pero entonces el mar

que me entierre el mar con sus lápidas líquidas

pronunciándose fríamente sobre mis ojos

de una vez secos

2 comentarios:

Joaquín Artime dijo...

Es un placer tenerte de vuelta.

a pena grande dijo...

Laura, bonita
No me gusta nada, nada, nada este poema. Preferiría que nunca lo hubieses escrito.
Tus ojos son demasiado bonitos como para regalárselos al mar.
Un beso en tus ojos, hermana Lau.
Si te sirve de consuelo, el otoño es mi estacion favorita. Y el invierno aún lo es más.
Con versos así no sé qué decir, Lauriña.