Tampoco estás esta noche
todos los desconocidos concluyen sus deambulares bajo mi vientre
y no estás tú
para afilar los puños de mi rabia
y hacerles marchar despavoridos
para dejarme sola y dormida entre unas sábanas que perderé otra vez
cuando le dé la vuelta al sueño
cuando la punta de mi lengua se me deshaga entre los dientes
de tanto morder tu nombre
y tampoco estés
para abrazarme
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