© 2009 Joaquín Artime
A mi madre y a mi padre, por primera vez
Quiero morir en los brazos de mi infancia
con los cordones declarándose a todos los charcos
desanudando los huecos del asfalto
las largas tardes de lluvia
Los labios vestidos de cacao
de las lágrimas dulces de los pequeños dramas
Mi infancia alegre
mi sonrisa ancha
los rizos rubios como ramilletes de versos
entrelazados
Morir en la voz de mi madre
en sus ojos verdes y amplios rindiéndose a la vida
las puertas cerradas
abiertas las ventanas en nosotras
prematuras y tenues
Acabar los días en la Aldea del Arce
disfrazada de caperucita
ejerciendo mi libertad sobre las nubes
volviendo al día en que nuestro padre abandonó el mar
sus barcos y su sed
con su mano grande y su frente llana
achicando los peldaños de todas las escaleras
para que pudiéramos volar
Terminar
disolver las rocas de todos mis huesos
con mi mar
con mi niñez pintada de limones
y peces azules
3 comentarios:
Niña, un placer que un cuadro mío acompañe algo tan personal, tan íntimo, cercano y bello.
Tuyo siempre. Qué decir.
No sé si por la fecha, o por las fechas, o simplemente porque me has tocado mi (gran) punto débil, este texto me ha hecho llorar.
Muy bueno. Me parece muy bueno (y justo) que le hayas dedicado algo tan bello, sensato y adulto a tus padres.
Un beso, mi niña.
Últimamente, cuando algo me perturba, me pongo a hablar como un niño. De unos dos años. En casa ya se han acostumbrado. No sé si se darán cuenta de que ese niño también sufre. Pero me ayuda muchísimo.
Es muy curioso que ese niño nunca nombre a su mamá, pero que cada vez que abre la boca repita:
- Me lo dijo mi papá, que es muy listo.
Ese niño no soy yo, porque mi papá nunca me decía absolutamente nada.
Bueno, sí que soy yo. Pero mi papá es otro. Y muy listo.
Hoy, en una librería, mientras compraba un Murakami, oí a una niña que me imitaba muy bien. Hablaba con una amiga imaginaria (para mí) y le decía que había un libro muy "chuli". Pero ella iba con su papá.
Tengo ganas de ser niño de una puta vez.
De chaval, nueve o diez años, tenía un ensueño recurrente: mis padres se morían. Supongo que me quería dar lástima a mí mismo.
Un papá es un señor que al abrir la puerta de casa te aplasta el pecho con la culata de un subfusil. Y una mamá es una señora que hilvana pantalones y a veces llora con chillidos ahogados e histéricos. Te aplasta el pecho con su cobarde prepotencia y se cree la mejor madre del mundo. Es decir, la más eficiente, según su criterio. Quizás por eso el niño que últimamente habla en mí ni la nombra.
Es curioso que este niño en mí no tenga ni un solo amiguito.
A los que cercenan infancias habría que colgarlos de los huevos y de los ovarios.
((Ah, me ha gustado mucho el poema , Lau...¿No te has olvidado de alguien? No. No cabría en ese poema)).
Publicar un comentario