29 de diciembre de 2009

PRINCIPIO DE CERTIDUMBRE

A mi Bea, que está siendo feliz,

(llevémosle la contraria a Ismael y a Heisemberg...)

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Y estás encendida

temblorosa

relumbrando como si nunca nada hubiese merecido la pena

hasta ahora

las manos como ascuas

vibrantes por las ansias

ni siquiera atinas a recogerte el pelo

ni a arreglarte la ropa

pelota saltarina

sólo entretejes con tu cuerpo aquel momento

aquel único instante

eterno

dedicado a ti

a ti

en que te convertiste por fin en la reina que siempre fuiste

en que él

recogió todas las flores

todos los veranos de sus treinta y pocos

todas las caricias esculpidas a golpe de brisa

todas las horas

y te las entregó con los labios

lentamente

en un imperceptible devenir del mundo en agua

en un renovarse del suelo y de las ramas

en una reducción del cosmos a sus bocas

sujetas y agitadas

el único ahogarse de los mares

sus manos dibujándote el cabello

y tú oscilando

su amanecer y el olvido

las voces empapando las ropas

y las calles

y me emociona tu risa

y te enjuago el temblor con la tinta

y te escribo

Bea

es el mejor de los principios

principio de certidumbre

4 comentarios:

Béatrice, Bea, Beatrix... dijo...

No tengo palabras con las que agradecerte el inmenso, maravilloso e increíble momento emotivo vital que me acabas de hacer sentir. Lo guardaré siempre, por siempre, en mi memoria...Con la luz que hay fuera, con el calor húmedo, con el mar como un plato...No tengo palabras que reflejen mi agradecimiento Laura. Te quiero.

MBI dijo...

Ardiendo.....

La paciente nº 24 dijo...

Y yo sin estar demasiado tiempo en ninguna parte, permanezco todos los instantes dentro de tu abrazo -oxigenado-.

[Laura, me matas con la Comic Sans, no se puede ser una chica triste y escribir con esa letra, no va.]

Mauro dijo...

Que bien estas escribiendo. No se si será el cola cao en las mañanas, las caricias de tu gata o el gran tiempo que debes dedicar a arreglarte los rizos y el poco para desarreglarlos.

Lo que sea, sigue haciéndolo.

Besos,

Yo, Mauro.